CALIDAD EN LAS PYMES
A estas alturas de la crisis todos tenemos claro que la relación cliente-proveedor ha variado de manera radical desde el 2008 hasta la fecha, son más de cuatro años de profundo cambio en el mercado. Ya ha quedado atrás las épocas de fuerte crecimiento donde el cliente no era cuidado con demasiado esmero, había mucha demanda y siempre aparecían nuevos.
A día de hoy sabemos que el cuidado al cliente es algo fundamental si queremos que un negocio prospere en la presente situación. No vale esto es lo que te ofrezco, esto es lo que soy y tú, cliente, es el que te tienes que adaptar a mi oferta, porque, ahora hay exceso de oferta y es el cliente el que tiene la “sartén por el mango”. Conseguir nuevos clientes es, precisamente, uno de los mayores problemas de las PYMES actualmente junto con la falta de financiación.
La solución es sencilla sobre el papel, hay que adaptarse a las necesidades, cada vez más cambiantes, del mercado, pero, y esto es lo difícil, como hacerlo. Romper con la dinámica de muchos años, con una forma de trabajar y entender el negocio totalmente asentada y, sobre todo, con estructuras mentales que nos llevaron al éxito en el pasado, es una tarea titánica si nos disponemos las herramientas de cambio necesarias implantadas en nuestra empresa.
Es precisamente aquí donde entra en juego el concepto de “calidad”, calidad no entendida como calidad de producto, sino como sistema de gestión de mi negocio con un enfoque 100% dirigido al cliente, donde nuestro producto/servicio es solución de sus necesidades. Porque tenemos que ser muy adaptables, como los son las necesidades del mercado actual y, como seguirá siendo en los siguientes años. El que no se adapta muere.
Un Sistema de Gestión de la Calidad (SGC) debe implantarse como una herramienta en manos del equipo directivo de la empresa que le dé, en todo momento, una fotografía de la situación real de la misma (desde operaciones hasta sus finanzas, pasando por compras, administración, etc) y, que les permita saber que hay que modificar, cuánto tiempo llevará y que coste tendrá adaptarse al las peticiones del mercado. Para realizar esta tarea hay que olvidarse de viejas formas de SGC enfocadas a obtener solamente un sello de calidad pero que, aparte de eso, no aportaban valor a la gestión de la empresa.
En el mundo empresarial actual existen diferentes caminos de implantar SGC, Six Sigma, Lean Manufacturing, EFQM, ISO´s, etc. No existe unos mejores que otros, lo que si deben ser es propios de la empresa, que tenga en cuenta su producto/servicio, sus clientes, su filosofía de trabajo y su historia, es decir, no valen fórmulas universales. Un SGC es un sistema que no debe abarcar al conjunto de la empresa, sino, aquellas áreas en las que el control de las mismas permitan aumentar el beneficio, ya sea por aumento de ventas, reducción de los costes o aumento del margen.
Esto significa que el equipo directivo de una PYME no debe ver la implantación del un SGC como un gran coste, por un lado porqué solo se aplicará a las partes necesarias de la empresa y por otro lado, hay que esperar un retorno de de ese desembolso de dinero, luego hay que considerarlo como una inversión que tendrá un retorno en forma de beneficios como se ha dicho anteriormente.
Por lo tanto, un SGC bien dimensionado, hecho a la medida de la empresa, que nos permita controlar su funcionamiento a través de unos “Indicadores” que nos dé información válida, que abra vías de comunicación con el mercado para saber sus necesidades y que, nos permita adaptarnos a las mismas, es una herramienta de gran valor en el mundo de las PYMES para permitirnos sobrevivir y buscar situaciones de crecimiento.
Gonzalo Embid
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